viernes, 3 de octubre de 2008

Cielo rojo, mole de muchos colores

Para quien se anime a ir, a partir de mañana inicia la feria del mole en San Pedro Atocpan, Milpa Alta, D.F. Este plato absolutamente mexicano tiene raices prehispánicas, pero parece que fueron las monjitas de la época colonial las que lo perfeccionaron y lo llevaron a los niveles de... (¿insensatez, delirio, rebuscamiento?) complejidad gustativa con que lo conocemos. O debiera decir los conocemos, pues hay tantos moles como cocineros creativos.
Ya lo había escrito antes, pero insisto en el tema. ¿Sería realmente una inspiración de San Pascual Bailón o las reglas de los conventos de aquel entonces permitían el consumo de alucinógenos? Definitivamente las monjas de la colonia deben haber sido muuuucho más divertidas que sus colegas de hoy (no me imagino a ninguna de las monjas que me dieron clase en la secundaria haciendo tan osadas combinaciones en una cocina). Imagínense la cara de los obispos y demás ilustres personajes que habrán probado el primer mole poblano de la historia. Deben haber estado más sorprendidos que quien hoy prueba un "aire de tortilla con mantequilla de carne al pastor y espuma de cilantro sobre crocante de aceite de oliva" o cualquier otra de las locuras de la vanguardia gastronómica.
El caso es que como haya sido, se agradece que a alguien se le haya ocurrido. Y se agradece más que a alguien se le haya ocurrido venderlo ya listo para mezclarse con un poco de caldo y servirse sobre un buen pollito (o con nopales, con romeritos, con lo que a cada quien el guste).
Y para acompañar el mole, ahí les dejo esta rolita que les va a gustar.

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