jueves, 30 de octubre de 2008

Se acerca el día de muertos

Foto de Carolina Añino

En mi primer intento de blog, hace dos años, comencé publicando un texto sobre el día de muertos. Lo que son las cosas, justo después de eso el blog murió, pues no volví a escribir nada (ji, ji). Hoy en este nuevo blog, que está vivito y coleando desde hace poquito más de dos meses, les comparto fragmentos de aquel texto, escrito como para quien no sabe del tema y quiere acercarse un poco.

Cada 2 de noviembre los mexicanos cruzamos el puente que separa a los vivos de los muertos y celebramos. Nos preparamos días antes para recibir ese día a nuestros familiares fallecidos, con sus comidas favoritas, sus fotos, los objetos que nos los recuerdan. Y el día 2 los sentimos llegar, nos acompañan por un día y nosotros los honramos y tomamos nuevamente en nuestro corazón todo lo bueno que nos dieron. Los muertos están vivos para nosotros ese día y nosotros, los vivos, nos acercamos un rato al reino de los muertos. Eso sí, lo hacemos con buen humor, como para espantarnos un poco el miedo que el misterio de la muerte inevitablemente nos causa.

Según la tradición, el día primero de noviembre se dedica a los “muertos chiquitos”, es decir, a aquellos que murieron siendo niños; el día dos, a los fallecidos en edad adulta. Así, la celebración católica de Todos los Santos y Fieles Difuntos, se ha mezclado con la conmemoración del día de muertos que los indígenas festejan desde los tiempos prehispánicos. Antes de la llegada de los españoles, dicha celebración se realizaba en el mes de agosto y coincidía con el final del ciclo agrícola del maíz, calabaza, garbanzo y frijol. Los productos cosechados de la tierra eran parte de la ofrenda.

¿Cómo preparar la ofrenda?

Estos son algunos elementos que suelen estar presentes en la ofrenda:

El agua. La fuente de la vida, se ofrece a las ánimas para que mitiguen su sed después de su largo recorrido y para que fortalezcan su regreso.

La sal. El elemento de purificación, sirve para que el cuerpo no se corrompa, en su viaje de ida y vuelta para el siguiente año.

Velas y veladoras. Es guía para que las ánimas puedan llegar a sus antiguos lugares y alumbrar el regreso a su morada. En varias comunidades indígenas cada vela representa un difunto, es decir, el número de veladoras que tendrá el altar dependerá de las almas que quiera recibir la familia. Si los cirios o los candeleros son morados, es señal de duelo; y si se ponen cuatro de éstos en cruz, representan los cuatro puntos cardinales, de manera que el ánima pueda orientarse hasta encontrar su camino y su casa.

Copal e incienso. Es el elemento que sublima la oración o alabanza. Fragancia de reverencia. Se utiliza para limpiar al lugar de los malos espíritus y así el alma pueda entrar a su casa sin ningún peligro. El copal es una resina vegetal aromática.

Las flores. Son símbolo de la festividad por sus colores y estelas aromáticas. Adornan y aromatizan el lugar durante la estancia del ánima, la cual al marcharse se irá contenta.

El pan. Elaborado de diferentes formas, el pan es uno de los elementos más preciados en el altar. El pan de muerto sólo se come en esta época del año y es decorado con “huesitos” hechos de la misma masa.

El retrato del recordado sugiere el ánima que nos visitará. También se pueden incorporar objetos que nos recuerden a la persona a quien dedicamos el altar.

El platillo favorito de los seres recordados. La buena comida tiene por objeto deleitar al ánima que nos visita.

Las calaveras de azúcar son alusión a la muerte siempre presente.

El licor es para que recuerde los grandes acontecimientos agradables durante su vida y se decida a visitarnos.

El altar puede ser adornado con papel picado y con telas de colores.

Para que no se diga que nomás corté y pegué lo que ya tenía publicado, de pilón (yapa) les comparto la receta del pan de muerto (tomada del curso de panadería del Instituto Gastronómico Letty Gordon). La receta está probada y el testimonio está en esta foto, tomada cuando el pan estaba recién horneado. ¡Mmmmmmmh!


Pan de muerto

(salen 25 piezas de 70 gr.)

  • 1 kg de harina de trigo
  • 160 gr de azúcar
  • 50 gr de leche en polvo
  • 10 gr de sal
  • ralladura de 1 limón y 1 naranja
  • 5 ml de esencia de azahar
  • 5 ml de esencia de naranja
  • 5 ml de esencia de limón
  • 6 huevos
  • 250 ml de agua
  • 20 gr de levadura seca
  • 150 gr de mantequilla
  • 150 gr de margarina
  • 250 gr de polish*
  • Para decorar: mantequilla derretida y azúcar granulada
Mezclar harina y levadura, hacer una fuente y agregar todo menos agua y polish. Se comienza a amasar y cuando la masa esté quebradiza, agregar el polish y el agua poco a poco. Trabajar hasta que esté elástica y transparente. Separar 600 gr (para hacer los huesitos). Esa cantidad se extiende en una charola y se deja en el refrigerador. El resto se pesa en las porciones de 70 gr y también se refrigera por 10 a 15 min. Luego se bolea, se pone en charolas y se presiona. Para hacel las canillas o huesitos, la masa que se reservó debe estar fría. Se estira una cuerda y con los dedos se marcan los huesitos. Las porciones de masa boleadas se rocían con agua y se colocan las canillas (deben llegar sólo hasta la orilla del pan, no más). Luego se pone una bolita arriba. Se deja fermentar a que doble su volumen. Hornear a 180°. Dejar que enfríen un poco, untar de mantequilla derretida y rociar con azucar granulada.

*El polish o masa madre refuerza la fermentación: Se mezcla 1 kg de harina con 20 gr de levadura seca y 900 ml de agua. Se puede usar después de 30 a 90 minutos. Se conserva por 5 días en el refrigerador.


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