viernes, 17 de octubre de 2008

Yo confieso



"Para todo mal, mezcal.
Para todo bien, también"




... Después de visitar a San Honesto, no tengo más remedio que confesar que muchas entradas de este blog, entre las que se encuentra la que escribo en este momento, han sido subidas a la web en la madrugada del día siguiente a la fecha con que aparecen. Explico por qué: me propuse escribir todos los días, de lunes a viernes, pero la verdad es que el día se me va en mil otras cosas, y es pasadas las 23:00, que de pronto ¡iiiihhhhh!, recuerdo que no he preparado nada; es más, que ni siquiera he pensado en el tema del post. Entre que decido sobre qué escribir, desde qué enfoque, con qué imagen acompaño al texto, etc., etc., comprenderán que, como a Cenicienta, me dan las 12:00.
Afortunadamente a mi compu no le ha dado por convertirse en calabaza o cosa similar, así es que el post queda listo a eso de las 00:30 (minutos más o menos), pero para seguir cumpliendo la consigna (tener un post por cada fecha entre lunes y viernes) miento descaradamente (bueno, más descaradamente de ahora en adelante, pues a pesar de mi confesión planeo seguir haciendo exactamente lo mismo).
Pero, ¿a cuenta de qué viene la confesión? Les decía que la culpa la tiene San Honesto (o tal vez Caro, que viajó de Buenos Aires hasta acá, seguritito con la pura negra intención de hacerme visitar a San Honesto), un personaje que habita la mezcalería !Oh Mayahuel!, en el centro de Coyoacán (junto al Sanborns).
La cosa está así: uno llega, espera un rato (porque se está volviendo muy popular) y comienza a beber. Nosotras pedimos una degustación de cinco mezcales que se llama algo así como Vuelo libre (a esta hora y con varios mezcales encima no me pidan precisión con los nombres). Como los bebimos en la barra, pues nuestra mesa aún no estaba lista, acompañamos la degustación con una amplia explicación del barman (siempre sonriente y muy bien informado sobre lo que está sirviendo). Si mal no recuerdo (insisto, no pidan milagros a mi memoria) uno era de San Luis Potosí y los otros de Oaxaca. Buenísimos todos. Luego, ya en la mesa, pedimos unos cocteles, los dos de mezcal (creo que no hay de otra cosa), uno con manzana y jenjibre y el otro con tamarindo y naranja. Imagínense eso junto a un plato con gorditas (sí, ya sé, gorditas vamos a quedar nosotras si seguimos con esa dieta), quesadillas, dobladitas, guacamole y chapulines. Como para dejar limpio el plato, si no fuera porque de verdad era mucho.
Aquí es donde aparece San Honesto. Al subir la escalera buscando el baño nos encontramos con él. Como verán, la oración al santo (creación de la casa), nos compromete a la transparencia y la honestidad (¿que no podríamos hacer la visita a ¡Oh Mayahuel! obligatoria para nuestros políticos?)...
... y la imagen del santo, espejito incluido, nos obliga a mirarnos tal como somos.

Fotos cortesía de Carolina Añino.
Por si la foto con la oración no alcanza a verse, dice así: Amado San Honesto: llena mi alma con claridad y transparencia. Inunda mi ser con honestidad. Que mi vida sea una irradiación de rectitud y fidelidad a los principios del amor y la honestidad.

No hay comentarios.: