miércoles, 17 de diciembre de 2008

En honor a Homero

No, no me refiero al poeta griego, ni a la calle en Polanco. Hoy en la mañana me enteré de que Los Simpsons cumplen 19 años, y no se me ocurrió mejor manera de celebrarlo que compartiéndoles una deliciosa receta de donas. No soy particularmente aficionada a este pan, que puede ser demasiado grasoso o dulce, pero con esta receta las donas quedan tan esponjosas que no resisto la tentación de comer unas cuantas. Y creo que más que las donas me gustan los agujeros de dona, esos que se puede uno comer en un solo bocado, cubiertos de azucar y tal vez un poco de canela.
La receta es del Instituto Gastronómico Letty Gordon.


Donas

  • 1 kg de harina
  • 10 gr de sal
  • 200 ml de agua
  • 20 gr de levadura seca
  • 150 gr de azucar
  • 250 gr de mantequilla
  • 7 huevos
  • 300 gr de polish*
  • 20 gr de leche en polvo
  • 5 ml vainilla
  • Para freir, aceite

Preparación

Mezclar harina y levadura, hacer una fuente y agregar todo menos el polish y el agua. Trabajar un poco y luego añadir el polish y poco a poco el agua. Trabajar hasta que esté tersa, elástica y transparente. Bolear y colocar en un bol con aceite. Dejar 10 a 15 min arriba del horno. Guardar en el refrigerador por 24 horas.

Poner la masa sobre una mesa enharinada y extender a 1 cm de grosor. Se cortan las donas y se ponen en una charola enharinada. Se llevan a que doblen su volumen. Se fríen hasta dorarlas por los 2 lados en el aceite hirviendo. Se ponen sobre papel absorbente y todavía calientes se pasan por azucar, o se dejan enfriar y se cubren de chocolate derretido.



*El polish o masa madre refuerza la fermentación: Se mezcla 1 kg de harina con 20 gr de levadura seca y 900 ml de agua. Se puede usar después de 30 a 90 minutos. Se conserva por 5 días en el refrigerador.



lunes, 15 de diciembre de 2008

La comida como comunicación

El problema de tener tanto trabajo no es que no me quede tiempo para escribir acá, es que si escribo acá me siento más culpable de no terminar el trabajo. Ergo, el tiempo que podría usar para escribir acá, termino usándolo para papalotear, y ni termino la chamba ni escribo sobre comida. Qué complicada, ¿no?
Y mientras me debato en mis conflictos existenciales, les comparto uno de los hallazgos que hice en mi proceso de papalotear: la visita de Ferran Adrià a Google. La presentación es un poco larga pero vale la pena ver al menos una parte.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Volver

Aquí estoy, después de como dos semanas de no escribir nada. ¡Ay! Y lo sabía, volver a encarrilarse cuesta un montón. Mente en blanco.
Y eso que en este tiempo he hecho poco más que leer y escribir, muchas horas cada día, pero sobre temas ajenos a los placeres de la comida. Lo más grave del caso es que casi no he tenido tiempo ni de comer, o al menos de comes de la mejor manera posible. No quiero ver un sandwich en mucho tiempo (y eso que en general la idea de comer algo rico atrapado entre dos panes siempre me ha gustado).
Pero basta de quejas y a entrar en materia. Lo último que escribí en el blog fue una especie de apología de la grasa, esa deliciosa (y nutritiva) villana de la cocina. Pobrecita ella, con tan mala prensa...
Sí, ya habrán notado que el título de esta entrada no es solo por mi regreso al blog, sino porque vuelvo al mismo tema. Y esta vez para hablar del poder de las grasas para extraer el olor y el sabor de los alimentos.
El aceite y otras grasas son maravillosos conservantes. Esta propiedad ha ido aprovechada por los seres humanos desde la antiguedad. Pero además, aquello que colocamos dentro de la materia grasa, le infunde su aroma y su gusto; y al impedirles el contacto con el aire, las moléculas aromáticas se quedarán en el aceite por mucho tiempo. Recetas como la del pesto, el alioli o la salsa macha (típica del norte de Veracruz, hecha a base de chile morita, cacahuate y aceite) sacan un maravilloso provecho de las cualidades del aceite para llevar a nuestra boca y nariz deliciosas explosiones de sabor.
Y hablando de pesto, va la receta que yo uso. Si mal no recuerdo, la saqué de La cocina italiana de Biba, pero fue hace tanto que no recuerdo si la fui modificando en el camino. Lo mejor de tener una receta básica de pesto, es que uno puede ir modificando los ingredientes, manteniendo las proporciones, para comer algo distinto y siempre delicioso.

Pesto

1 taza de hojas de albahaca (o, para variar, tomates deshidratados, pimiento rojo, una combinación de albahaca con otras hierbas, cilantro...seguro hay muchas posibilidades aún que no he explorado)
2 cucharadas de piñones (o almendras, nueces, cacahuate, ajonjolí, cuestión de ir probando)
1/4 de taza de queso parmesano (si vamos a guardar en el refri la preparación por algún tiempo, es mejor poner el queso al momento de consumirla)
Aceite de oliva (según el ingrediente principal podemos cambiar por otro aceite)
Sal
Sé que otras recetas añaden ajo, pero a mi me gusta como queda así. Normalmente mezclo todo en la licuadora, pero se puede picar todo con el cuchillo para un resultado es más rústico que luce mucho en el plato y nos permite distinguir mejor cada uno de los sabores. La variante con tomatitos deshidratados me encanta sobre pasta corta (en especial con fusilli) y la de pimiento sobre pechugas de pollo a la plancha.
Y ya para terminar, aclaro (one more time) que mi defensa de la grasa y los aceites tiene que ver con consumirlos y disfrutarlos dentro de una dieta balanceada, sin temor y sin exceso, como puede recomendarse también de otros alimentos.