viernes, 26 de septiembre de 2008

Un buen caldo

Como decía ayer, una buena sopa (también muchas buenas salsas y buenos platillos) comienza con un buen caldo. No hay más. Para quien está acostumbrado a cocinar con polvitos, cubitos o incluso latas o tetrabrik, puede parecer una tarea titánica hacer el cambio, comenzar la comida horas antes (o el día previo). La verdad es que no implica tanto trabajo como parece y el sabor es infinitamente mejor.
Y no necesariamente requiere que compremos dosis adicionales de pollo o carne para prepararlo, ni siquiera que le pidamos al carnicero que nos reserve algunos huesos. Si generalmente tenemos verduras en casa, con eso basta. Desde luego hacerlo como dicen los libros especializados lleva mucho tiempo del que casi nadie dispone (preparar el mirepoix, blanquear los huesos, cocer muuuuy lentamente, de manera que casi ni burbujee), a menos que cocine en un restaurante. Pero ahí van algunas ideas para un sencillo caldo de verduras, que simpre conviene tener:
Lo ideal es que la base sea de cebolla, zanahoria y apio (más o menos dos partes de cebolla por una de zanahoria y una de apio). Si bien a mi gusto la cebolla y la zanahoria son insustituibles, el apio puede sustituirse por otras verduras. Las que haya en casa: el poro (puerro) va de maravilla, las calabacitas (zucchini), los ejotes (chauchas), el elote (choclo), cada uno le dará un sabor peculiar y distinto (son sólo ejemplos). Si además le podemos agregar unos hongos, mucho mejor. No es necesario picar nada muy finamente, porque lo vamos a cocer por largo rato.
A eso le agregamos ajo, pimienta, sal (prefiero la sal gruesa) y algunas hierbas y especias:
  • Para sabores bien clásicos de la comida europea, hierbas de olor (laurel, mejorana y tomillo) y/o perejil, junto con un clavito (clavo de olor, obvio).
  • Si lo vamos a usar para un plato mexicano, cilantro (y si además le ponemos un poco de yerbabuena, mejor). Ya en plan de ponernos más exóticos, pero aún en los sabores mexicanos podemos agregar hoja de aguacate (palta), que le da un toque anisado.
  • ¿Qué tal un toque thai? Con té limón (lemongrass), cilantro y jengibre.
Habría muchas otras combinaciones posibles, cosa de ir probando lo que tenemos.
Bueno, todo se pone en agua fría y se pone al fuego. Después del hervor se deja una hora (o más) a fuego lento. Mientras podemos hacer cualquier otra cosa pues no requiere ninguna atención. Se deja enfriar, se refrigera y hay caldo para toda la semana. Rico y sano, sin sabores artificiales ni glutamato monosódico.

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