miércoles, 10 de septiembre de 2008

¿Café solo?

¡Un expresso, por favor! En México esta solicitud suele ser respondida con una taza de café, y nada más. ¿Y qué mas podría ser? Bueno, en otras partes (Buenos Aires, por ejemplo) la tacita de café viene con dos agregados: algún minibocadito para acompañarla, que puede ser una galletita, alfajor, chocolate o, como en la heladería Freddo, una diminuta porción de su delicioso helado light (cuya mayor virtud es no saber a light); y un vasito pequeño con agua, que puede ser con o sin gas.
Para mí, esto marca una enorme diferencia y me haría la más feliz encontrar un café en la Ciudad de México que tuviera esta delicadeza con sus clientes. Aún cuando eso signifique cobrar un poco más (ya Starbucks nos cobra extra por... ¡mhhh! en realidad por NADA; y sin embargo, hay un montón de gente dispuesta a pagarlo).
Bueno, he aquí algo que puede distinguir a un cafecito de entre el montón de competidores. Ya no más cafés solitos, habrá que iniciar la era de los cafés con buena compañía.

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