viernes, 5 de septiembre de 2008

Cebollas III, la sopa


Cuando me enfermo de gripe no quiero comer otra cosa que sopa de cebollas, aunque en una versión simplificada, sin croutons ni queso. Cebolla bien caramelizada y caldo. Tiene sentido por las propiedades desinflamantes de la cebolla y porque las bebidas calientes suelen aliviar un poco el malestar.
Una buena sopa de cebolla requiere de un buen caldo y del lento proceso de caramelización de las cebollas. Un cocinero impaciente nunca obtendrá un buen resultado. Uno debe estar ahí, acompañando a las cebollas, moviéndolas por unos quince minutos, hasta que tomen un color dorado. La caramelización es el proceso por el que los azucares presentes en la cebolla (y en muchos otros alimentos) se transforman, gracias al calor, y generan nuevos sabores y aromas.
¿Qué mas? Un toque de licor (vino, brandy, calvados o algún otro) y los tradicionales croutons o, en algunas versiones, una capa de hojaldre (resulta francamente espectacular la presentación).
Un clic en la foto lleva a una receta de food and wine. Sobre ella pueden hacerse algunas variaciones y elegir la favorita o disfrutar de la improvisación cada vez que se prepara.

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