domingo, 31 de agosto de 2008

Descanso dominical

Esta cocina virtual cerró por el fin de semana y reinicia actividades el lunes. Mientras tanto, en el mundo real cocinamos a cuatro manos un pastel de cumpleaños. Aún falta probarlo, pero de aspecto quedó basante bien...

viernes, 29 de agosto de 2008

San Pascual Bailón

Y a propósito de Alfonso Reyes, habrá que decir que nació un 17 de mayo, día en que la iglesia celebra a San Pascual Bailón, santo patrono de los cocineros. Buen día para nacer si uno va a terminar siendo un aficionado a la buena comida, como en efecto fue el ilustre escritor.

Y es que se dice que San Pascual era tan rezador que se distraía de sus tareas en la cocina, y cuando el pucherito estaba por quemarse por que se quedaba sin agua, llegaban los ángeles a rescatarlo y la comida que servía era, obvio, celestial.

Lo que se dice de San Pascual es más leyenda que verdad, pero en México es común encontrar su imagen en las cocinas, y en mayo de este año, los gastrónomos de Puerto Vallarta erigieron una escultura del santo, al son de "San Pascual Bailón, atiza mi fogón". Supongo que también habrán bailado, pues el apellido de San Pascual a llevado a pensar que al fraile le gustaba la fiesta (en realidad parece que el religioso era bastante tímido).

Incluso, según dice Paco Ignacio Taibo en El libro de todos los moles (México, Ediciones B, 2003) hay quien le atribuye a San Pascual la creación del mole poblano. No es descabellado pensar que tan exótico plato (¿quien iba a pensar que la mezcla de chiles, tortilla, semillas, chocolate y especias podría dar ese plato extraordinario?) sea producto de una especie de milagro, creación de una religiosa en estado de trance y por inspiración de un santo muy glotón.

Para más sobre la devoción a San Pascual Bailón, recomiendo este blog, de donde tomé la imagen para esta entrada (¿no es buenísima?): http://retableros.blogspot.com/2007/12/san-pascual-bailn-y-las-cocinas.html. Hay otras imágenes de exvotos que vale la pena ver.

jueves, 28 de agosto de 2008

De Alfonso Reyes


Sí, del autor que alguna vez definió a la Ciudad de México como la región más transparente del aire (qué lejos están aquellos tiempos); de aquel que, a decir de Borges, escribió la mejor prosa castellana de nuestro tiempo; de ese que escribió sobre innumerables temas (incluida la cocina) y en tódos los géneros literarios, va este delicioso poema, de inspiración erotico-gastronómica:

¡Ay, Salambó, Salambona,
ya probé de tu persona!

¿Y sabes a lo que sabes?
Sabes a piña y a miel,
sabes a vino de dátiles,
a naranja y a clavel,
a canela y azafrán,
a perejil y tomillo,
higo blando y dura nuez.
Sabes a yerba mojada,
sabes al amanecer.
Sabes a égloga pura
cantada con el rabel.
Sabes a leña olorosa,
pino, resina y laurel.
A moza junto a la fuente,
que cada noche es mujer.
Al aire de mis montañas,
donde un tiempo cabalgué.
Sabes a lo que sabía
la infancia que se me fue.
Sabes a todod los sueños
que a nadie le confesé.

¡Ay, Salambó, Salambona,
ya probé de tu persona!

Alianza del mito ibérico
y el mito cartaginés,
tienes el gusto del mar,
tan antiguo como es.
Sabes a fiesta marina,
a trirreme y a bajel.
Sabes a la Odisea,
sabes a Jerusalén.
Sabes a toda la historia,
tan antigua como es.
Sabes a toda la tierra,
tan antigua como es.
Sabes a luna y a sol,
cometa y eclipse, pues
sabes a la astrología,
tan antigua como es.
Sabes a doctrina oculta
y a revelación tal vez.
Sabes al abecedario,
tan antiguo como es.
Sabes a vida y a muerte
y a gloria y a infierno, amén.

Alfonso Reyes

miércoles, 27 de agosto de 2008

Avena y cocacola


No sé cuándo empecé a cocinar, pero creo que me dí cuenta un poco tardíamente de lo mucho que me gustaba. Hoy fantaseo con la idea de que se puede convertir en una segunda profesión para mí, ¿será? Mhhh, no sé, ya lo dirá el tiempo.
Por lo pronto hoy, con ánimo divanesco, recuerdo mis primeras incursiones en esto de hacer con la comida algo más que simplemente comérsela. Una de las primeras fue seguramene la de la avena con cocacola. En casa caso no se consumía el oscuro y burbujeante líquido y creo que tampoco la avena. Fue en casa de mi abuela cuando experimenté... y me gustó. De hecho, aunque hace años que no he repetido la mezcla, puedo recordar con exactitud los sabores, la textura de la espuma que se forma (que además no es igual si uno pone primero la coca o primero la avena, si la coca está fría o no), la sensación de las hojuelas de avena en la lengua, junto con lo dulce de la cocacola.
Desde luego eran tiempos en los que no me estaba permitido experimentar con calor, por lo que mis posibilidades de creación estaban limitadas. Aún así, si mal no recuerdo disfruté por varios años del placer de beber mi extraño cocktail todos los domingos.


La avena sigue siendo parte de mi dieta: cocida con leche, canela y azucar o, como aprendí a beberla en Chiapas, en agua fría (tan refrescante y energética en los días de calor). Resulta que es una maravila para bajar el colesterol y no sé cuantas cosas más.
La cocacola en cambio, la he dejado casi por completo. La verdad es que sin el agregado de la avena o de un poco de helado de limón, nunca le encontré el encanto.